miércoles, 15 de septiembre de 2010

Al cumplirse un nuevo aniversario de la noche de los lápices El Pozo de Banfield se convertirá en un Espacio de Memoria y Justicia

Por G. F.
El ex centro clandestino de detención se reabrirá el jueves. Anunciarán que el estado provincial se hará cargo del mantenimiento. En el lugar estuvieron detenidos en forma ilegal Lidia Papaleo, Isidoro Graiver y Rafael Ianover.


En un nuevo aniversario de lo que se conoció como La noche de los Lápices, este jueves se reabrirá el llamado Pozo de Banfield, el centro clandestino de detención y tortura donde mantuvieron secuestrados a los estudiantes secundarios, con el fin de convertirlo en un Espacio de la Verdad, Memoria y Justicia.
En el acto que realizará el Municipio de Lomas de Zamora y la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires en la puerta del edificio ubicado en la localidad de Banfield, se anunciará que el estado provincial se hará cargo de mantener el lugar. Están invitados la presidenta Cristina Fernández, el secretario de la Unasur, Néstor Kirchner, el gobernador Daniel Scioli y el intendente Martín Insaurralde.
De las 249 personas que fueron torturadas allí, 97 aún permanecen desaparecidas, mientras que cinco de las víctimas fueron liberadas y posteriormente asesinadas. La propietaria de Papel Prensa, Lidia Papaleo, su cuñado Isidoro Graiver, y Rafael Ianover pasaron por ese centro clandestino durante la dictadura. El Pozo de Banfield fue uno de los centros clandestinos en los que eran alojados en forma ilegal los secuestrados del denominado Plan Cóndor, estrategia organizada por los Estados Unidos en coordinación con las dictaduras de los países latinoamericanos como la Argentina, Uruguay, Chile y Paraguay, para intercambiar información, pero también secuestrarlos. De hecho, se estima que por lo menos 24 uruguayos permanecieron allí ilegalmente detenidos.
A partir del relato de las víctimas, se conoció que en el Pozo de Banfield funcionó una maternidad clandestina. Allí se alojaban a las detenidas que estaban en sus últimos meses de embarazo a quienes luego de parir les quitaban sus hijos para entregarlos a otras familias. Todavía hoy, cuatro de esos niños apropiados no han recuperado su identidad. En tanto, tres de los últimos nietos recuperados por las Abuelas de Plaza de Mayo nacieron allí en cautiverio.
La historia del Pozo de Banfield comienza en 1974, cuando funcionó como campo de concentración en manos de la denominada Triple A. Luego del golpe quedó bajo la órbita de la Brigada de Investigaciones de Banfield, dependiente del Regimiento de Infantería Mecanizada Nº 3 del Ejército.
El edificio, de tres plantas, tiene 25 metros de frente y 20 de fondo. En la planta baja funcionaba la oficina del jefe y una de las salas de torturas. En el primer piso, se encontraban los calabozos, oficinas, el comedor y casino de personal, las cocinas y los baños. En el último piso, había más calabozos y otro baño. En la actualidad el edificio no tiene uso alguno. Si bien se planean realizar trabajos para convertirlo en un Espacio de la Memoria, no puede ser modificado por tratarse de prueba judicial.
La denominación de “pozo” se debe a que todo aquel que entraba ahí no volvía a salir. Pero también hay testimonios de víctimas y periodistas extranjeros que sostienen que el edificio cuenta con un sótano, y que de allí pudo haber surgido su denominación.
El Pozo de Banfield es el único ex centro clandestino de la provincia de Buenos Aires que fue recuperado a partir del reclamo de organizaciones territoriales, sindicales y de Derechos Humanos agrupadas en la multisectorial Chau Pozo. Debido a las distintas actividades que realizaron durante diez años, recién pudieron lograr, en 2006, que la dependencia de la Policía Bonaerense que allí funcionaba desocupara el lugar, a pesar de la oposición que ejerció el entonces gobernador Felipe Solá. Ahora, la Asociación Ex Detenidos Desaparecidos propone que el Estado mantenga el lugar y que las organizaciones nucleadas en la multisectorial lo administren. También destacan la importancia de que se mantenga la fachada y el interior tal como está, ya que puede servir de prueba para los juicios por delitos de lesa humanidad.
Desde el municipio de Lomas de Zamora anunciaron que llevarán adelante tareas de señalización “para que todos sepan qué es lo que sucedió ahí”. También están previstas visitas guiadas de estudiantes y la proyección de un documental realizado por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Además, el municipio planifica un ciclo de charlas debate.

Tomado de Tiempo Argentino.

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